La historia del **Ronchito**, una de las golosinas más emblemáticas de León, está estrechamente ligada a la trayectoria de la única fábrica de caramelos leonesa que continúa en funcionamiento en la actualidad. Tras la Guerra Civil Española, la escasez de materias primas y el control estatal del azúcar —ingrediente imprescindible en la elaboración de caramelos— provocaron que la tradición confitera de la provincia prácticamente desapareciera. Sin embargo, a comienzos de los años 50 nació **Caramelos Santos**, una empresa que, con escasos recursos pero con gran ilusión, se abrió camino en la difícil economía leonesa de la época. Su objetivo era claro: crear un caramelo original, artesanal y representativo de su tierra. La idea surgió de lo más sencillo: calentar azúcar al fuego hasta obtener caramelo, como se había hecho siempre, y añadirle trozos de frutos secos comprados en el mercado. Poco a poco, esta fórmula se fue perfeccionando hasta dar lugar a una receta que conquistó todos los paladares: **azúcar, cacahuete, cacao… y algo más**. Ese “algo más”, como decían sus creadores, era el tiempo, la dedicación y el cariño. Faltaba darle identidad propia, y la encontró en su nombre: **Ronchito**, derivado del verbo leonés *ronchar*, que significa masticar o deshacer con los dientes. A él se unió un eslogan que se convirtió en seña de identidad: *«Rico, rico, caramelo Ronchito»*. Durante las décadas de los 60 y 70, el Ronchito se consolidó como un dulce muy apreciado en la provincia. Su carácter artesanal limitaba la producción y distribución únicamente a León, lo que lo convirtió en un producto típico que los visitantes se llevaban como recuerdo. De ahí nació la coletilla con la que aún se le conoce: **«Ronchitos de León»**. En 1980, **Andrés Martínez Puente** tomó las riendas de la fábrica, continuando con la tradición familiar y dando un nuevo impulso al Ronchito. Bajo su dirección se consolidó el producto y se preservó su esencia artesanal, al mismo tiempo que la empresa fue incorporando innovaciones tecnológicas y sistemas de calidad como la estructura ISO. Hoy en día, **Caramelos Santos** sigue siendo una empresa leonesa, cien por cien familiar, que combina la maquinaria más avanzada con la cuidada tradición artesanal que dio origen al Ronchito. Un caramelo genuino, natural y entrañable que forma parte de la memoria colectiva y del patrimonio dulce de León.